Vitaminas y Minerales
VITAMINA E
La vitamina E funciona principalmente en el cuerpo como un antioxidante, que ayuda a prevenir el daño causado por los radicales libres. La vitamina E favorece la salud del corazón al evitar la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad (LDL o colesterol "malo") por los radicales libres. También puede evitar la oxidación de la porción grasa de las membranas celulares en el cristalino del ojo, lo que ayuda a mantener la salud de los ojos...
El término vitamina E describe una familia de ocho moléculas liposolubles relacionadas. De ellas, el alfatocoferol tiene la mayor actividad biológica y es el más abundante en el cuerpo humano. El nombre tocoferol deriva de las palabras griegas tocos, que significa nacimiento, y pherein, que significa llevar.
Funciones para la salud
Una ingesta suficiente de vitamina E (alfa-tocoferol) es importante puesto que:
Funciona como un antioxidante, protegiendo las células, tejidos y órganos contra los efectos nocivos de los radicales libres, que son responsables del proceso de envejecimiento y pueden ocasionar una serie de afecciones como las enfermedades coronarias, el cáncer o inflamaciones.
Inhibe una coagulación de la sangre perniciosa, que puede bloquear el flujo de la sangre
Regula la apertura de los vasos sanguíneos, importante para que la sangre fluya sin problemas.
Reducción del riesgo de enfermedad.
Enfermedades cardiovasculares
La vitamina E ayuda a prevenir que las arterias se obstruyan, para ello bloquea la conversión del colesterol en depósitos grasos cerosos, llamados placas, que se adhieren a las paredes de los vasos sanguíneos. La vitamina E también diluye la sangre, permitiendo que fluya con más facilidad por las arterias, aunque estas tengan placas.
Numerosos estudios clínicos han indicado que la cantidad de vitamina E ingerida en los alimentos y suplementos está asociada con un menor riesgo de enfermedades cardiacas, ateroesclerosis y otros tipos de enfermedades cardiovasculares.
Un amplio estudio clínico con mujeres pos menopáusicas mostró que la suplementación con vitamina E no tenía ningún efecto en la incidencia de derrames cerebrales, pero reducía el riesgo de un bloqueo del flujo sanguíneo en las venas debido a un coágulo.
Diversos ensayos clínicos con personas con un alto riesgo de episodios cardiovasculares (p. ej., derrame cerebral) debido a que padecían una enfermedad cardiovascular o diabetes no pudieron demostrar que la vitamina E proporciona protección. Sin embargo, existe evidencia de que la vitamina E podría reducir el riesgo de problemas cardiovasculares de los diabéticos con un tipo específico de gen, presente en un 36% de la población general.
Salud ocular
Debido a su acción antioxidante, la vitamina E podría proteger contra el enturbiamiento de las lentes de los ojos (cataratas) y un progresivo deterioro de la retina, la parte posterior del ojo (degeneración macular asociada a la edad, DMAE). Estas dos afecciones tienden a darse con la edad, causando una pérdida de visión.
Para minimizar el riesgo de estas afecciones oculares, los expertos recomiendan dietas ricas en vitamina E, vitamina C y carotenoides.
Función inmunitaria
Se ha observado que la vitamina E mejora aspectos específicos de la respuesta inmunitaria que parecen disminuir con la edad. Un ensayo clínico con personas mayores de residencias para la tercera edad indicó que una suplementación diaria con vitamina E redujo el riesgo de infecciones en el tracto respiratorio superior, especialmente los resfriados comunes, pero no tenía efecto en las infecciones en el tracto respiratorio inferior (pulmones).
Se necesitan más investigaciones para determinar si la vitamina E suplementaria podría proteger a las personas mayores contra los resfriados comunes y otras infecciones (p. ej., la gripe).
Cáncer
Estudios clínicos han mostrado que las personas con cáncer a menudo tienen niveles bajos de vitamina E en la sangre. Además, ensayos poblacionales sugieren que las dietas ricas en antioxidantes, inclusive vitamina E, podrían estar relacionadas con un riesgo reducido de ciertos tipos de cáncer.
Experimentos en tubos de ensayo y animales han mostrado que la vitamina E inhibe el crecimiento de algunos cánceres, especialmente los cánceres que responden a ciertas hormonas, como el de mama y el de próstata. Mientras que estos resultados son alentadores, aún falta la confirmación de estos hallazgos mediante estudios con humanos a larga escala.
Es necesario seguir investigando para extraer conclusiones firmes sobre si la vitamina E añadida, sola o en combinación de otros micronutrientes antioxidantes, tiene un impacto en el cáncer en los humanos y, si es así, cuál es la dosis óptima.
Enfermedad de Alzheimer
Puesto que los investigadores creen que el estrés oxidativo contribuye al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, los antioxidantes como la vitamina E podrían ayudar a prevenir esta afección. La vitamina liposoluble puede llegar al cerebro con facilidad y aplicar sus propiedades antioxidantes.
Estudios clínicos han sugerido que la suplementación con vitamina E, junto con vitamina C, podría prevenir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Diabetes
Las personas con diabetes están más expuestas a sufrir enfermedades cardiovasculares. Un factor potencial relacionado con estas afecciones podría ser un nivel bajo de antioxidantes, algo observado con frecuencia en estos pacientes. Los suplementos de vitamina E y otros antioxidantes podría ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiacas y otras complicaciones de los diabéticos.
Existe evidencia de que la vitamina E podría reducir el riesgo de problemas cardiovasculares de los diabéticos del tipo 2 con un tipo específico de gen, presente en un 36% de la población general.
La investigación indica que los antioxidantes podrían ayudar a controlar el nivel de azúcar en la sangre y reducir el nivel de colesterol de las personas con diabetes tipo 2, a la vez que protegen contra complicaciones oculares (retinopatía) y renales (nefropatía) en los diabéticos del tipo 1.
Salud ocular
La uveítis es una inflamación de la úvea, la capa intermedia del ojo que se encuentra entre la esclerótica (blanco del ojo) y la retina. La úvea contiene muchos de los vasos sanguíneos que alimentan los ojos, por lo que una inflamación de esta área puede afectar a varias partes importantes del ojo. La uveítis es otro trastorno ocular para el que podrían ser útiles los antioxidantes vitamina E y vitamina C. Un estudio clínico de pacientes con uveítis halló que aquellos que tomaban vitamina E y C veían más claramente que los que tomaban una pastilla de placebo.
Recomendaciones para el consumo
Las recomendaciones de ingesta de vitamina E varían según la edad, sexo y criterios aplicados en cada país. Mientras que en Europa las recomendaciones para los adultos varían de 4 a 15 mg de equivalente de alfa-tocoferol al día para los hombres y de 3 a 12 mg al día para las mujeres, en EE. UU., la ingesta recomendada para los adultos es de 15 mg de alfa-tocoferol natural al día.
El aporte de vitamina E recomendado de 15 mg no se alcanza fácilmente ni siquiera con los mejores propósitos nutricionales. Esto es problemático, puesto que la mayoría de los estudios muestran que el nivel de ingesta suele estar asociado con los beneficios para la salud.
La vitamina E se almacena en varios tejidos. Gracias a que se tarda mucho tiempo en agotar las reservas de vitamina E, no se han notado síntomas clínicos obvios de una deficiencia en personas, sanas.
Los síntomas de una deficiencia de vitamina E se aprecian en pacientes con trastornos en la absorción de grasas o enfermedades hepáticas y en los recién nacidos, especialmente los bebés prematuros. Los síntomas de una deficiencia de vitamina E incluyen debilidad muscular, pérdida de masa muscular, movimientos oculares anormales, visión deficiente y andar inestable.
Una deficiencia crónica podría causar también problemas en el funcionamiento de los riñones y el hígado. Además, se puede asociar una deficiencia grave de vitamina E con abortos y partos prematuros.
Donde se encuentra la Vitamina E
Las fuentes más importantes de vitamina E son los aceites vegetales (oliva, soja, palma, cártamos, girasol, etc.), los frutos secos, los cereales integrales y el germen de trigo. Otras fuentes son las semillas y la verdura de hoja verde. El contenido de vitamina E de la verdura, fruta, productos lácteos, pescado y carne es relativamente bajo.